lunes, 11 de abril de 2011

"El secreto de sus ojos" y la novela de enigma

La película de Campanella “El secreto de sus ojos” desarrolla una trama y línea argumental que tiene relación con la estructura y características de la novela policial clásica, siguiendo la tipología sobre los relatos policiales propuesto por Todorov. En este sentido, específicamente corresponde a la especie denominada como novela de enigma. Ahora ¿Cómo y por qué es posible que la película presente esta relación anteriormente mencionada? Para responder esta pregunta, es preciso desarrollar un análisis en conjunto de la película con los planteamientos formulados por Todorov respecto a las tipologías. 

Antes de entrar de lleno en la descripción de la novela de enigma, Todorov señala, citando a George Burton, que las novelas policiales a la manera clásica se construyen básicamente sobre dos muertes: la primera correspondiente al crimen cometido por el asesino, y la segunda que dice relación con su propia muerte en manos de un detective. Aunque es preciso señalar que esta última muerte bien puede ser ocasionada por alguien implicado con el crimen inicial, o que haya sufrido una consecuencia desastrosa producto de este y busque la venganza. Tales cosas es posible evidenciarlas en “El secreto de sus ojos”. En primer lugar, tenemos el caso paradigmático del filme, que llevará al detective Benjamín Espósito, impactado y, por ende, involucrado emocionalmente con aquel caso, a desenvolver su posterior investigación: la brutal violación y muerte de Liliana Colotto, una joven residente en un barrio de la ciudad de Buenos Aires. En segundo lugar entonces se encuentra el consecuente cautiverio y muerte del asesino Isidoro Gómez, en este caso, por parte de Ricardo Morales, viudo de la difunta joven, y quien finalmente toma justicia por sus propias manos. De este modo, tenemos -siguiendo la idea- un tiempo de la investigación (gatillado por el encuentro de Espósito con la escena del crimen) que da lugar finalmente al tiempo del drama, consistente en el transcurso de la investigación propiamente tal y los hechos que son parte y consecuencia de él. Por ejemplo: la sospecha y búsqueda por Isidoro Gómez; y el conflicto de Espósito con Romano, su rival en los tribunales, quien acaba por ser un personaje corrupto ligado políticamente con el partido derechista, que busca a toda costa frenar la labor investigativa de Espósito junto con su colega Pablo Sandoval. 

Todorov plantea, siguiendo lo anterior, que dentro de las novelas policiales existen dos historias: la del crimen y la de la investigación. Para las novelas de tipo “enigma” se plantean una serie de condiciones. Una de ellas es que la historia de la investigación necesariamente sucede después, y la historia del crimen remite a un hecho pasado. De esa forma, el detective siempre estará llamando a reconstruir los hechos ocurridos en un espacio-tiempo precedente. En “El secreto de sus ojos” tenemos principalmente dos líneas temporales: la del detective situado en el año 1999, que busca reabrir el caso de Liliana, ocurrido hace 25 años y ya cerrado tiempo atrás, y la del detective situado en el año 1974, o sea, el tiempo en que efectivamente suceden ambas historias: la del crimen y la de la investigación. Así, Espósito, con el afán de escribir una novela, “desempolva” de entre sus memorias aquellos hechos que lo marcaron como hombre y como profesional: aquellos que se corresponden con el caso de Lilian y con las relaciones entre su colega Pablo Sandoval y su jefa Irene Menéndez Hastings, de quien siempre estuvo enamorado. 

Otro rasgo de la novela de enigma lo constituye la naturaleza de los personajes implicados. Como señala Todorov, una de las características principales de los personajes pertenecientes al bando policial o de labor investigativa, es su invulnerabilidad con respecto a daños y perjuicios que puedan poner en peligro su dignidad y/o su vida. Sin embargo, vemos que en la película esto no logra cumplirse del todo, ya que, por ejemplo, Pablo Sandoval será una de las víctimas del asedio de Romano contra Espósito, al ser cobardemente acribillado por sicarios luego de que les mintiera afirmando que él era Benjamín Espósito, con el fin de salvar a su jefe y amigo, a quien en verdad buscaban. Por ende, el propio detective Espósito se convertirá en el “blanco” de Romano, al ser perseguido por estos sicarios, con el fin de interrumpir su rol y labor de detective. El peligro de ser atrapado llevará al detective a renunciar a la investigación del caso y exiliarse hacia la provincia de Jujuy En este sentido, ya el detective no se presenta tan inmune como sí ocurría en la novela policial clásica, con figuras como Dupin y Sherlock Holmes. 

Además, la investigación misma no resulta del todo satisfactoria y exitosa. En la película vemos que se presentan una serie de percances y obstáculos que la conducen a un sendero a ratos incierto, a todas luces “enigmático”. Primero, el asedio planeado y perpetuado por los sicarios de Romano. Luego los hechos que ocurren posteriormente durante la visita de Esposito a Morales, en el año 1975. Esta visita determina el sendero en que desembocará definitivamente la investigación del paradigmático crimen. Morales rechaza sistemáticamente que Espósito continúe tratando de resolver el caso, planteando el motivo de que los hechos pasados deben mantenerse intactos, a pesar de la impotencia producto de la injusticia desenvuelta. Aquí ocurre otro evento significativo: la resolución final del caso. Isidoro Gómez efectivamente es el asesino, luego de confesarlo ante el detective, siendo forzado psicológicamente por Irene Hastings. Pero finalmente será el propio Morales quien secuestra al asesino y toma la justicia por sus manos. En este caso, el detective sólo asiste al descubrimiento de la verdad. De ninguna forma se vuelve un agente activo que resuelva el caso en cuestión ni atrape por su cuenta al criminal. 

A pesar de estos alcances, la naturaleza esencial del “detective de enigmas” permanece, representada por la figura de Espósito, quien resulta íntegro y campante de los hechos acaecidos durante ambas historias (crimen e investigación), puesto que precisamente por eso vuelve sobre los hechos pasados desde un presente seguro y estable (él mismo, en el año 1999, después de 25 años, jubilado y reconocido honoris causa por su profesión). 

Retomando esta suerte de interdependencia entre las dos historias (crimen e investigación) es oportuno señalar que, de acuerdo a Todorov, la historia de la investigación ocupa gran parte del argumento y la trama de las novelas policiales. Dentro de la película esto funciona de manera efectiva. Asistimos concretamente, al tiempo que la observamos, a la representación de la segunda historia, la cual funciona a su vez como línea argumental. Esta segunda historia se desarrolla de forma particular, imbricada con otras subhistorias y hechos, como por ejemplo, la relación amorosa entre Espósito e Irene, el conflicto y asedio de Romano, la búsqueda del sospechoso Isidoro Gómez. En cambio, la primera historia, la del crimen, es contada como el referente y el antecedente gracias al cual la segunda historia se desencadena y se desenvuelve, y se nos ofrece como el hilo conductor de esta obra cinematográfica. Vemos cómo el detective Espósito busca desentrañar la verdad y dar paso a la resolución del “enigma”, buscando pistas, (las fotos de Isidoro junto a Liliana, su víctima; cartas de Isidoro a su madre; su participación como hincha del equipo de fútbol Racing) asociando posibles conexiones con Isidoro Gómez, única persona sospechosa de la película que finalmente se confiesa culpable. Como plantea Todorov, esta historia de la investigación es el relato “presente”, como se puede evidenciar en el desarrollo de la película. En cambio, la historia del crimen se presenta como “ausente”. Es gravitante para la trama y el argumento, pero en la medida en que funciona como un referente, un problema, un hecho concretado. Tal cual señala el autor en su texto sobre las tipologías:

“Los formalistas distinguían, en efecto, la fábula y el asunto de un relato, considerando a la fábula como lo acontecido en la vida, y al asunto como la manera en que el autor nos lo presenta. La primera noción corresponde a la realidad evocada, a acontecimientos semejantes a los que se producen en nuestra vida; la segunda, al libro mismo, al relato, a los procedimientos literarios de los cuales se sirve el autor. En la fábula no hay inversión en el tiempo, las acciones siguen su orden natural; en el asunto, el autor puede presen­tarnos los resultados antes que las causas, el fin antes que el principio” (pág. 36). 

El asunto es precisamente, siguiendo esta lógica, la historia de la investigación, o sea, la trama principal de la película de Campanella. El argumento más bien correspondería a aquello de que se trata el filme en general, lo cual incluiría a la fábula, o sea, la historia del crimen, aquello que sólo es referido y evocado por la historia. 

Ahora bien, la historia investigativa se desarrolla, a decir de Todorov, como una simple mediadora entre el lector y la historia del crimen. ¿Cómo se plasma esto en la película? Simple. El trabajo investigativo realizado por Espósito y su compañero, si bien motivado por un simple impacto emocional en su persona, acarrea consecuencias que marcarán su vida posterior, a raíz de los hechos que acontecen producto justamente de la investigación de ese caso. Por ello, esta historia presentada en forma de trama a partir del filme, justifica la reconstrucción, por parte del detective, de aquellos hechos relacionados con la muerte de Liliana, lo cual a su vez permite al lector acceder a este conocimiento y restituir también la verdad de los hechos sobre el crimen (ausentes directamente en la trama de la película pero implícitos en ella) a medida que lee (observa) la obra. 

Finalmente, vemos que se presenta un lapsus de 25 años en la investigación sobre la verdad del caso, la cual no concluye hasta que Espósito retoma el asunto y se reencuentra con Morales, víctima inmediata del crimen, al ser esposo de la difunta Liliana, quien revela el corte decisivo del relato (apresando y castigando a Gómez durante todo ese lapso de tiempo). Es en este sentido que la trama, el asunto o la historia investigativa constituye aquel relato creado y estructurado por el propio autor, mediante el uso de técnicas narrativas y, en este caso, cambios temporales en la secuencia lógica de los hechos. Como vimos anteriormente, el tiempo del relato se desarrolla desde un presente (año 1999, 25 años después de los “hechos”) hacia un pasado (año 1974, 25 años antes, época donde ocurrieron los “hechos”). Es en este pasado que se presentan las dos historias: crimen e investigación, por lo cual en este tiempo pasado la historia investigativa remite dentro del presente de dicho tiempo a la historia del crimen, ocurrida lógicamente tiempo atrás. Posteriormente, el relato vuelve a su tiempo presente inicial (o sea, año 1999, 25 años después) sólo para justificar el afán investigativo de Espósito, y su decisión de reabrir el caso y reconstruir los hechos en órbita con el crimen de Liliana. Se aprecia entonces una manipulación espacio-temporal propia de la trama o asunto. La fábula, correspondiente a la perpetuación del crimen por parte de Isidoro Gómez hacia Liliana Colotto, sigue una secuencia lógica imperturbable, que sólo es posible evocar, referir e investigar mediante la segunda historia o trama, pero nunca modificar, alterar o revertir. 

“El secreto de sus ojos” dada su caracterización como filme policial de enigma, nos habla constantemente sobre este ejercicio de reconstrucción de una memoria, esta obstinada labor de inteligencia y de coraje, este armar de puzzles espacio-temporales, como buscando desafiar el devenir de las cosas y de los hechos, con una vaga esperanza de que algo queda, de que algo es posible rescatar desde las ruinas de lo inexorable: el pasado, pilar sobre el que, paradójicamente, descansan el presente y el futuro, sin embargo, con una pequeña pero verdadera cuota de indeterminación.





Bibliografía:

Todorov, Tzvetan, (1974): Tipología de la novela policial.