miércoles, 30 de septiembre de 2015

The Martian

Hace pocos días la Nasa anunciaba con bombos y platillos la existencia de materia líquida sobre la superficie marciana y, por consiguiente, la posible existencia de vida. Leo en el enlace de un amigo que ese anuncio podría coincidir con el estreno de la nueva película de Ridley Scott "The Martian", o sea, que sería todo una movida de los publicistas de la 20 Century Fox para promover la película aprovechando el impacto mediático. Antes de eso, buscando algún texto para la lectura silenciosa de mañana, doy con la noticia en el diario. Si llevamos esa lógica hasta el absurdo, tanto la propia película como el hallazgo científico podrían ser un montaje pedagógico para que mañana el curso lea algo novedoso y se digne a prestar atención de una vez por todas (aunque todo sea una falacia y sigamos creyendo que en Marte no hay vida inteligente y aquí sí).

martes, 29 de septiembre de 2015


En todos hay un observador silencioso que pugna por salir al mundo. En el fondo siempre hay una mirada, todo se trata de mirar, todo es cine: el amor, la guerra, los días que pasan, etc.

lunes, 28 de septiembre de 2015


Hemos sobrevivido a las habladurías sobre el fin del mundo. Fábula del mentiroso: cuando realmente ocurra ya no importará, porque la verdad será considerada otra habladuría.


La leyenda decía que los rusos querían teñir la luna de rojo, o que si la mirabas fijamente veías cómo el cielo comenzaba a sangrar, y te convertías en algo completamente desconocido y tu realidad se volvía apocalíptica. Habrá que ver entonces si la vida seguirá siendo la misma el día de mañana.

sábado, 26 de septiembre de 2015


Hay quien decía que se puede escribir absolutamente de todo, desde la última teoría sobre la supernova hasta el precio del helado de tu última cita, desde la última vez que la pieza fue invadida de bichos hasta el último argumento para el Nuevo Orden Mundial, escribir absolutamente de todo, sin pasar por ser un necio o un genio, aun así importan todavía más los cómos que los por qués.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Carpe Diem


Reviso trabajos sobre los tópicos literarios. Uno de ellos sobre el tópico del Carpe Diem llama mi atención. No tanto por un asunto gramatical o académico, sino que por una mera cuestión de impulso estético, de aquella "volada" como llaman los estudiantes y nosotros mismos a nuestra manera. La obra que eligieron para la investigación era la de una escena de La sociedad de los poetas muertos. Predecible pero adecuada. La de la foto de los antepasados que le susurran a los chicos vivir el instante. Revisé si el cuento que hicieron fue copiado. No podía contener la vergüenza. Las musas no siempre nos desconocen. A veces es preciso dejar de lado el libro de clases. Traduzco aquí en el muro el cuento o reflexión sin otro ánimo que ese. Que las líneas nos salven del sentido pedagógico, al menos en lo que dure la lectura:

"Hay veces que me he puesto a pensar ¿Qué sucedería si el tiempo se detuviera? Junto a ello, todos los objetos y personas. Es en ese momento en el cual manteniendo los ojos cerrados, me doy cuenta que en esta circunstancia podría ser yo, no ese “yo” que no es más que un espejismo que todos conocen, si no que mi YO real, aquel que no vive en el mundo “real”, si no que vive en mi universo real. ¿Un lugar perfecto? Me pregunté, una isla, donde pueda estar solo, ¿Qué anti social de mi parte? Bueno, no tanto si lo que busco es ser libre. La soledad es tu mejor compañía, nunca te va a criticar tu forma de pensar, de actuar, de vestir, de oler o tal vez tu peinado. ¿Te imaginas un lugar así? Donde no le rindas cuentas a nadie, donde no tengas que impresionar a nadie, donde puedas actuar con naturalidad, sin temor a lo que puedan pensar los demás, sin una sociedad que te reprima a ser blanco o negro, siendo que entremedio existe una infinidad de tonalidades de gris.
El tiempo toma su curso otra vez, despierto y me asomo por la ventana, a pesar de que esté de día, la noche era lo único que se asomaba, fue entonces cuando me decidí a ir en busca de mi día. Cuando pasó el tiempo, me sentía derrumbado, resignado a que el día que tanto añoré, nunca llegara. Me di la vuelta para observar aquel camino que transcurrí, y en el acto, me llegó un rayo de luz, lo suficientemente fuerte para darme cuenta cuantas personas, lugares, oportunidades, dejé pasar por obsesionarme con ese sol que tanto quería encontrar. Lo más triste de todo, es que me di cuenta que aún no terminaba de abrir los ojos, y ese día que tanto busqué siempre estuvo junto a mí.
Buscando nuevos horizontes que en el ayer dejé pasar, me subí nuevamente al andén, pero cuando llegó el tren, no sabía cómo reconocer si era el mío, y observé cómo las puertas se cerraban lentamente dejando una herida abierta, el tren nunca más pasó de vuelta. En ese momento recordé una frase que solía decir mi abuelo: “A veces, cuando quiero llorar no lloro, y a veces lloro sin querer”. Miré al cielo y marché a mi casa, como ya era parte de la rutina.
Al llegar, entré al lugar más social que conocía, mi espejo, cada vez que me paro frente a él conozco a alguien nuevo. Fue ahí cuando me di cuenta que todo lo que me sucedía era por un temor inexplicable. Solo tenía que cambiar mi mentalidad, vivir el hoy como si no hubiese un mañana, porque podría no haberlo, arriesgarme a tomar el primer tren que pase, si me equivoco no importa, ya tomaré otro. Disfrutar del presente es lo que todos quieren, y no gastaré tiempo a explicar lo que siento a los demás, porque no lo harán, ya que entender un sentimiento es como entender la poesía, tú tienes tu metáfora y yo tengo la mía".

martes, 22 de septiembre de 2015

A pesar de encontrarse en el espejo, permanecer en el reflejo quebrado.....
Nadie puede negar que entre nuestra generación y la de nuestros padres hay una brecha importante. Para ellos sin tanto recurso tecnológico ni aspaviento vanguardista las relaciones parecían mucho más estrechas, los compromisos más duraderos, las familias más abundantes y, por supuesto, el proyecto del amor y la procreación todavía concebido como algo prioritario. Para nosotros, en cambio, los hijos de la era virtual y la tecnología, existe un abanico infinito de modos de relación, pero, sin embargo, nuestras relaciones se sienten más efímeras, menos consistentes en el tiempo, más abocadas al instante. Se siente irónicamente un mayor miedo al compromiso, y, por ende, al futuro, pese a encontrarse todo en una avanzada cultural. El impulso de la especie pareciera que anda travestido. Anda pululando cierta desconfianza colectiva, no se sabe si por un cambio de mentalidad o solamente por osmosis. ¿Simple generalización? ¿Problema endémico? No lo creo. Si se habla solo de impotencia personal muy en el fondo se choca con la impotencia a nivel universal. ¿Degeneración o simplemente diferencia? Puede que sea lo que ciertos teóricos, a falta de otro término mejor, llaman modernidad líquida. O simplemente el sarcasmo de nuestra sociedad secular y, de paso, la de nuestros salvajes corazones.

sábado, 19 de septiembre de 2015


En esto suelen oscilar nuestros días: consagrarse en el oficio de perpetuar o superar la normalidad. Se necesita tanto un puro gesto como un temblor para darse cuenta que todo puede llegar a ser una aventura o una burla del destino.

martes, 15 de septiembre de 2015

El libro PI


Soñé un sueño rarísimo: Que un supuesto editor de Valparaíso llegaba enfurecido al colegio donde hago clases, reclamando por haber sido demandado a causa del robo de un dinero destinado a la edición y publicación de un libro llamado PI. El libro llevaba mi nombre pero sin consentimiento. Se trataba de un libro confeccionado hace más de un año, a espaldas de uno y con ideas locas del propio editor, luego de que él se borrase del mapa para supuestamente realizar la maqueta final en un viaje al sur del país. Era un libro que me achacaban sin otra garantía que un pago a largo plazo. "Debe salir", repetía el editor como un mantra. PI debe publicarse, aunque te pese. Y llevará tu nombre, aunque te escapes al Himalaya. PI verá la luz.

lunes, 14 de septiembre de 2015

Metálogo


Recordé un metálogo de Gregory Bateson que habla sobre qué es el instinto, en una muy ilustrativa charla de un padre con su pequeña hija respecto a esa tan amplia pregunta. En un pasaje el padre le responde que el instinto sería un principio explicativo, como la gravedad planteada por Newton. Explica todo y a la vez nada. La hija le hace una pregunta que sin querer devela un problema científico ¿El instinto fue inventado o descubierto? El padre le responde afectuosamente que son nada más que rótulos para explicar ciertos fenómenos sobre los que hay solo un acuerdo temporal. Las cosas no necesariamente deben ser como sus nombres, añade. La hija aún perpleja le replica a su padre si acaso las hipótesis sobre aquello que se desconoce no están compuestas como los cuentos. El padre le confiesa entonces que son formas de nombrar ciertas cosas que suceden. Solo le resta a los científicos suponer en la medida que no encuentren otra explicación satisfactoria a aquellas cosas. A eso le llaman caja negra. El padre se pregunta si acaso su instinto no será tan profundo e indeterminado como esa caja, si acaso su hija puede todavía suponer más allá de su inocencia. No puede saberlo, porque la pregunta en realidad no es lo importante, porque le basta con la ficción de reconocerse allí, junto a ella, haciendo como que cambian el mundo, tiernamente, a oscuras.

domingo, 13 de septiembre de 2015

After


Una chica en la disco durante el baile me dijo si conocía una novela romántica llamada After de Anna Todd, puesto que era su favorita. Le dije que me sonaba pero no. Enseguida le hice mención de Orgullo y prejuicio y Cumbres borrascosas como novelas románticas obligadas. Preguntó nuevamente si había leído la tal After, porque ahí se hacía referencia precisamente a esas dos novelas. Sin otra cosa que decir, le insistí que tengo una de ellas, Cumbres borrascosas, en la casa. Conseguí número con la excusa de juntarse para hacer el intercambio de libros. Llego a la casa a corroborar la existencia de la novela y se trata de una denominada fan fiction inspirada en uno de los integrantes de One Direction, un melodrama juvenil sobre la típica chica que llega a la Universidad y se enamora del tipo malo, con dosis de erotismo y narrativa beat. Después del beso final no espero solamente leer la novela por muy caliente que fuese, ni que ella solo busque aquellos clásicos para desmentir o fortalecer su preferencia literaria. Pensé muy en el fondo, si la novela tiene lectoras como ella, no puede ni debe ser tan mala. Por cursi que parezca, esta vez las apariencias no engañan. Leer y bailar fueron la forma en que enganchamos el cuerpo del amor.

jueves, 10 de septiembre de 2015



Corrigiendo pruebas sobre El extranjero, de repente me doy cuenta que incluso al indiferente en extremo "no le falta Dios". Cuando el capellán lo visita a la cárcel e intenta convencerle sobre la fe antes de ser ejecutado, responde que el único rostro que ha intentado profesar es el de María (su amor, no precisamente la virgen). Y eso, a pesar de su declaración final, es el meollo del asunto. El amor, a pesar de consumarlo, le resbala. La vida no lo envuelve por impotencia ni por incomprensión, simplemente le parece baladí.

martes, 8 de septiembre de 2015



Una vez temprano por la mañana, en una clase sobre medios y discurso expositivo, un alumno dijo mientras se disponía a sacar su celular del bolsillo: "Profesor ¿Nos ayuda la tecnología a escribir mejor?". Le expliqué lo típico asociado al curriculum: que depende del uso que se le dé a la herramienta. Lo común, lo que se espera del manejo de las TICs de parte de un profesor criado en la cápsula de la metodología y el funcionalismo. Sin embargo, su pregunta no apuntaba solo hacia la utilidad servil de la escritura. No veía en la tecnología solamente un medio, sino que propiamente un nicho, una forma de sentir. En ese caso, la pregunta sobre escribir mejor no es una cuestión de ortografía, redacción, gramática, incluso comunicación. Es una cuestión de carácter, de visión. El alumno quizá involuntariamente apelaba a la posibilidad de una nueva forma de escritura a partir del dispositivo tecnológico. Una literatura basada en la digresión y la postergación. Pensaba en textos concebidos únicamente mediante el tecleo y la pantalla, como si con eso se superara el uso de la muñeca y el papel. Si acaso esa diferencia en el medio y el soporte no podría llegar a ser una revolución estética y política. Sin embargo, no se contempla que la tecnología, como todo en la vida, pueda acabar. Que no alcance para todos y no todos sepan usarla. Que el libro y el papel de por sí ya son un artefacto. Que la palabra no quepa en una amalgama de datos. Que el elemento creador desconozca de algoritmos. Que incluso si se escribe en un iphone o con la pura sangre persistan los temas de siempre. Lo que no quita que si eventualmente el mundo se acaba, el último texto pueda encontrarse en una hoja de papel o en un archivo digital. Fuera de lugar, fuera de tiempo, completamente anónimo, desconocido y por eso mismo inmortal.

jueves, 3 de septiembre de 2015

Unicef No Logo


Campaña de la Unicef por los niños sirios en Valparaíso. Diviso en la calle a un par de promotoras hermosas. La pregunta sobre la solidaridad comienza a vacilar. ¿Es el hecho completamente filantrópico de cierta voluntad organizada por parte de una entidad de la que no se tiene conocimiento claro ni de su origen ni de sus razones? ¿O es más bien el impulso automático por acercarse a partir del gancho de la propaganda, la belleza de la causa y la de sus asistentes en la calle? Qué es primero: ¿La empatía por una causa mayor o la atracción por su superficie? Un alumno una vez me preguntó, repasando contenido sobre los medios de comunicación, si acaso será lo mismo tratar de persuadir o convencer para una marca de Coca Cola que para una causa humanitaria, cuál sería la diferencia elemental ¿Solamente el componente moral agregado de uno en comparación al otro? ¿Solamente el hecho de que uno no vende un producto en particular, y el otro sí? 

Naomi Klein en su ensayo No logo ilustra que la operación comercial de hoy en día consiste precisamente en la explotación de la imagen (de la marca), en lugar de la simple comercialización del producto como bien común. Las marcas actuarían más que como simples entidades comerciales, sino que como generadoras de cierta ideología y conciencia moral acomodaticia a los intereses de moda. En ese sentido, la pretendida diferencia entre publicidad y propaganda, demasiado básica, servil al curriculum, establece que una trata de persuadir o convencer sobre la compra de tal o cual producto apelando a toda una ingeniería social y psicológica, y la otra únicamente persuade o convence a las personas sobre la afiliación a tal o cual causa aparentemente sin otro fin que servir desinteresadamente a esa causa aun cuando ello implique pagar determinado precio. El alumno sin saberlo dio en el clavo: Propaganda y publicidad son en el fondo lo mismo puesto que lo único que cambia es el enfoque de la operación compra venta: el contrabando de las ideas y el contrabando de bienes materiales, en un escenario como el nuestro, vendrían a ser lo mismo. El platonismo de ciertas causas establecidas como virtudes universales: hacer el bien, ayudar al prójimo, practicar la compasión, propiciar el bien común, en directa relación con la materialidad de la que se vale el sistema: productos, bienes, dinero, etc. Las marcas serían de esa forma entes autónomos, demasiado reales para solo ser ideas, conciencias que se replican valiéndose de nombres, pensamientos, necesidades, acaso cuerpos y mentes que caminan sobre el imaginario de la gente esperando realizar el próximo movimiento en el espíritu de nuestra frenética época. 

Dicho aquello vuelvo a aquella chica en la calle intentando convencerme y persuadirme de manera un tanto entusiasta sobre mi afiliación a la causa de Unicef por los niños sirios ¿Qué era más real en ese momento: la causa o el sentimiento que la chica imprimía? Qué sería lo más contingente en esos instantes de comunicación impersonal pero paradójicamente tan íntima y pública ¿La hermosa promotora o la entidad colectiva UNICEF? Voy aún más lejos ¿Era auténticamente verdadera la causa por los niños vulnerados si acaso nos llega solamente como un eco que determinada entidad utiliza para impulsar su grandilocuente interpelación moralista sobre el mundo? La promotora en ese momento me mostraba imágenes de niños desposeídos, acaso lo único verdadero en ese instante era la psicología, su compasión, aunque distante, espontánea hacia los niños, tan única y diferente en ella a lo que uno puede siquiera manifestar, como mucho en un gesto o mediante unas palabras demasiado elaboradas. Cuando al final me mostró en un manual el costo de afiliarse a Unicef mi rostro cambió completamente. Ella seguía insistiendo en que 100 pesos podrían ayudar a que los niños comieran, bebieran y tuvieran lo necesario para sobrevivir. Que en el fondo el vuelto que uno recibe con cierta apatía podría salvar más de alguna pobre alma. Todo aquello parecía otra simple estrategia una vez que el factor dinero asomaba como único intermediario entre las ideas y los corazones. Los niños existían solamente en nuestro imaginario en forma del dolor y de la desesperación que cada uno disimula en forma de filantropía para comparecer una vez más frente al rostro impertérrito de la sociedad. Los niños eran nuestro espejo. Deseaba tomarle la mano impulsivamente solo para que sintiera algún maldito contacto real, para que olvidara por un momento, aunque fuera con cierta osadía, tanta maniobra política e ideología galopante. “Yo veo a la niña en ti ¿Podrás ver tú al niño en mí?”. Todo sigue igual. Todavía no podemos saberlo.

martes, 1 de septiembre de 2015

Diógenes el cínico



Diógenes de Sinope, el cínico, pateando el sentido común de pobres y ricos desde antes del siglo V AC. El imaginario construido en torno a la figura de Diógenes, a pesar de su desparpajo, sencillez y soledad, siempre al alero de la luz pública, codeándose con los nobles y a la vez con el pueblo, por supuesto, solo para ridiculizar sus formas de concebir y vivir la vida. En la actualidad nos llega solamente el eco de esa rebeldía en forma de Síndrome, completamente opuesto a lo que Diógenes en su momento representaba: la acumulación de cosas inútiles sin otra razón que la miseria, cuando en su tiempo él simbolizó el desprendimiento y el estilo de vida trashumante. Pienso en la infinidad de Diógenes anónimos que pululan hoy por hoy, en Valparaíso, en las grandes urbes, sin otra filosofía que su anonimato, incluso más reales que el cínico de la leyenda. Los que caminan por ahí no poseerán el nombre de nuestra figura, su voz apenas retumbará en las esquinas de noche, pero por eso mismo nos pertenecen, porque reflejan lo que en el fondo somos: perros detrás de un hueso, siempre en busca de un tonel llamado futuro, éxito, felicidad, olfateando algún rastro de humanidad entre las masas, creyendola pérdida en el ruido de los que anhelan un nombre para venderse a los cínicos de siempre:

"Buscó Alejandro Magno a Diógenes, de enorme fama, del cual se reían por su rechazo a vida material alguna. Cuando finalmente lo encontró, le hizo la siguiente proposición: “Tú, Diógenes el Cìnico, pìdeme cualquier cosa, ya sean riquezas o monumentos, y yo te lo concederé”. Contestó Diógenes: “Apártate, que me tapas el sol”.

"Un día Diógenes estaba comiendo unas lentejas y llegó Aristipo, un adulador del rey. Le dijo Aristipo: "Si fueras sumiso con el emperador no tendrías que comer lentejas". Diógenes contestó: Si te hubieras acostumbrado a comer lentejas no tendrías que adular al rey".

"Alejandro Magno encontró al filosofo mirando atentamente una pila de huesos humanos. Diógenes le dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”.


La necesidad nociva de querer suplir todas las insuficiencias de una vida común y corriente con realidades hechas a la medida de uno mismo, esa fue en un principio nuestra noción de poesía....