miércoles, 16 de marzo de 2016

El subrayado

En la clase de nivelación de lenguaje para Geomensura vespertino, un práctico sobre el subrayado como técnica de comprensión lectora. La guía de desarrollo tenía un texto sobre la ontología del lenguaje, escrito por Rafael Echeverría. "La ontología del lenguaje. La vida como obra de arte". Uno de los alumnos se fijó en el tercer párrafo, donde habla del camino del poder como el camino de la creación. Preguntó cuál sería acaso ahí la idea principal y el tema central. Le señalé que la idea principal debía ser expresada mediante una oración, y el tema central mediante una frase. Luego preguntó sobre las ideas secundarias del párrafo. En la parte en la que el texto versaba sobre el ser humano como creador, el mismo alumno en cuestión preguntó respecto a Nietzsche. ¿Por qué dice que el ser humano se trasciende a sí mismo y deja de ser su propio contemporáneo cuando se define creador? Le expliqué que esa pregunta era más bien una idea secundaria, y venía a complementar la idea principal que consiste en que el ser humano (de acuerdo al texto de Echeverría) era ante todo un creador. El alumno siguió entonces más abajo y habló de la parte en que el texto determina la relación entre creación y libertad. ¿Será acaso también una idea principal? Me preguntó extrañamente intrigado. Le respondí que esa idea era también secundaria en relación a la principal. Haciendo caso omiso de mi explicación, el alumno subrayó con rojo la parte de Nietzsche y de la creación como libertad, destacando esas partes como si fuesen verdaderamente -a su juicio- principales. "El subrayado es una técnica que se puede tomar o dejar. Es un ejercicio de conocimiento y memoria (hubiera dicho también, de "voluntad de poder")". Eso fue exactamente lo que dije antes de pasar al desarrollo de la guía. La idea preconcebida. Siempre insuficiente. El subrayado. El subrayado, en cuanto huella, determinaría el estilo soberano del lector. El estilo de aprender. El estilo de pensar lo que al lector se le venga en gana. La libertad. La libertad y la creación tomadas de la mano. Puras. Bajo ningún altar. "A propósito, ¿qué libro me recomienda de Nietzsche?", preguntó el alumno. Le dije, para acabar: "El ocaso de los ídolos, o cómo se filosofa a martilazos".

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