miércoles, 29 de junio de 2016

Fuera del Paraíso

Leo por ahí una frase en la cual se dice que Henry James, citado por Mircea Eliade, afirmó que lo mejor que le pudo haber pasado a Adán es haber sido expulsado del paraíso por Eva, porque solo fuera de él el hombre podía llegar a convertirse en sí mismo. Curiosamente, esa afirmación puede interpretarse de forma muy antojadiza: solo una vez perdida la idealización se puede llegar al conocimiento de verdad, solo una vez pateado se siente más fuerte la vida misma, aunque, en la práctica, eso no garantice el conocimiento completo sino que a lo mucho una herida memorable...

martes, 28 de junio de 2016

Rilke

Leyendo unos versos de Rilke para empezar el día: "Yo quiero mucho, tal vez todo, la oscuridad de las caídas infinitas y el juego centelleante de las cumbres luminosas". Yo quiero ese romanticismo vitalista, tan distinto al optimismo barato.

Stendhal II

Otro epígrafe leído a la rápida en la edición de a dos lucas de Rojo y Negro: "Lo grotesco de los acontecimientos cotidianos impide ver el dolor de las pasiones". Antoine Barnave.

domingo, 26 de junio de 2016

Tierra de Poesía

Me entero que se ha impulsado una campaña para cambiar el lema del país, del ya clásico "Por la razón o la fuerza" al "Tierra de Poesía". Lo siento mucho, progresistas de cartón, pero este lema me parece todavía mucho peor. Pronto se pasará de tener una imagen beligerante a ser el mayor hazmerreír de Latinoamérica.

jueves, 23 de junio de 2016

Francia Avenue

En la tarde tomando locomoción para regresar a casa, acudo al nuevo trole. Nada fuera de lo común, hasta que se oye una voz femenina robótica similar a la del metro de Santiago anunciando el próximo paradero de Avenida Francia (luego de enunciar la estación, venía incluso una traducción en inglés, pensada para turistas angloparlantes: “Francia Avenue”). En la esquina con San Ignacio, un guanaco estacionado, creando el perímetro para la breve manifestación del jueves. No pude contener la risa. Traté de disimular. Recordé esa imagen sarcástica de la novela El Roto, en la cual el narrador va describiendo la aparición del nuevo ferrocarril de Estación Central cercano a los barrios pobres y marginales. Por un lado, piedras y lagrimógena, y por otro, troles con nueva tecnología. Así es como se vive la modernidad en el culo del mundo.

domingo, 19 de junio de 2016

Una señora luego de cederle la reja para entrar al edificio: -¿Tiene usted la suerte de ser padre? -. -No-. -Entonces no lo saludo. Queda pendiente-. Se ríe. Yo también. Me repito esa frase a mi mismo antes de entrar: "La suerte de ser padre. La suerte de ser. La suerte", hasta sabérmela de memoria. La señora tiene fe en que este sujeto será padre. Como si eso no dependiese de uno. La gente con fe tiene mucha imaginación. Medito en la palabra suerte más que en la palabra padre. Entonces regreso, con ironía, a mi pieza de soltero.

jueves, 16 de junio de 2016

Stendhal

En una edición de Rojo y Negro comprada a dos lucas en Av Uruguay, encuentro el siguiente epígrafe leído a la rápida: "La palabra ha sido dada al hombre para ocultar su pensamiento".

lunes, 13 de junio de 2016

Escritores fantasma

Ayer leyendo un ensayo sobre los llamados "escritores fantasma", a propósito de la película del mismo nombre de Roman Polanski, me entero que Houdini le encargó a Lovecraft escribir un manuscrito contra la superstición a modo de relato personal, llamado "Bajo las pirámides". Solo una vez muerto, y luego de perderse el manuscrito original, Lovecraft obtuvo créditos por ese texto. La inexplorada conexión entre magia y literatura, y sobretodo, la vida subterránea de los escritores fantasmas, subvalorados o derechamente silenciados, en una época que al parecer rinde demasiado culto al ego y a la autoría.

domingo, 12 de junio de 2016

7 days


La película 7 days (2010) de Daniel Grou. El número siete tiene todo un simbolismo. Siete fueron los días de la creación del mundo desde el génesis. Siete fueron los pecados capitales. Siete era la edad de la niña que en el filme fue asesinada y violada. Siete son los días en que su padre mantiene prisionero y tortura al responsable. 

Casualmente antes de verla mi padre hablaba sobre un caso paradigmático de pedofilia ocurrido en Chile el año 1993. El hijo del médico Alejandro Zamorano Jones, asesinado y, no contento con eso, violado por Cupertino Andaur. El médico en su tiempo daba severas declaraciones contra la justicia chilena, luego de conocer la decisión del presidente Arturo Frei Ruiz Tagle años más tarde, quien optó por conmutar la pena de muerte por presidio perpetuo, aun conociendo la resolución de la Corte de Apelaciones de Santiago. 

Frei en esa época apelaba a ciertos dudosos valores cristianos para salvaguardar en el fondo su posición política. La demagogia ahí transformada en un dispositivo conservador. El médico fue severo contra Frei, diciendo que después de este fallo él no debía de ser presidente. La justicia imparcial pero a la vez inhumana. Surge la venganza como alternativa ante la indolencia y la ineficiencia del sistema legal. Surge la venganza como decisión individual y unívoca ante una kafkiana justicia, manipulada por el aparato político y la burocracia del momento. 

En la película hay un dialogo clave entre el médico y el jefe de policía. Este último, como representante de la ley, trata de convencer al médico de entregar al homicida a la “justicia”. Trata de que, según su perspectiva, entre en razón. El médico le responde en cambio que nunca había estado tan lúcido. Que si acaso para él era suficiente esa supuesta justicia. Que si acaso era suficiente el hecho de que el asesino de su esposa siga con vida en la cárcel. Si en la soledad de su cama podía seguir viviendo satisfecho con ese cargo de conciencia. 

El jefe de policía sabía que en el fondo el médico tenía razón. Hay un límite en que solo el honor entra en juego. Un honor secreto, irreductible a la irracionalidad, la violencia y la injusticia. El jefe de policía era demasiado cobarde. Tenía la ley a cuestas suyas. El médico, en cambio, nada perdía con la venganza. Sabía lo que pasaría, pero aun de esa forma hizo algo contra el responsable. Hizo algo en el vacío de la ley para recuperar el honor perdido. ¿Era la muerte suficiente para él? Por supuesto que no. Hubiera sido demasiado fácil matar al homicida. Es demasiado fácil matar. Resulta incluso misericordioso. En su lugar, el sufrimiento en vida resulta una especie de karma personal. El médico busca de ese modo devolverle todo el daño físico y moral, dándole al asesino de su propia medicina.

No se aprecia, aunque pareciera, un paralelo a lo que se hace en la saga de Saw. No hay aquí un culto a la sangre por la sangre. Ni tampoco un pretencioso juego macabro de tortura con aleccionamiento moral. Ahí en la película no hay espectacularidad hollywoodense ni tampoco tremendismo dramático, catarsis griega. De hecho, no hay música, grandes diálogos ni elaboradas escenas. Los recursos son reducidos a la mínima expresión, en un minimalismo que sea lo suficiente crudo y realista para retratar la verdad del hecho de muerte. El primer plano de la hija muerta, con las huellas de la brutalidad, junto con el del ciervo muerto cerca de la casa de campo que servía de sitio de tortura. La pérdida de la inocencia, o bien, la crueldad de la naturaleza, representada en dos imágenes.

El padre arroja al ciervo al agua, de forma similar a como entierra a su hija. Se vislumbra el respeto a la muerte. No un respeto católico. No un respeto legal. No hay nada hipócrita y pusilánime en él. Es solo el respeto personal, inclusive natural, del padre que debe cumplir con su obligación interior. Que no se rebajaría a matar de forma gratuita como lo haría el asesino de su hija. Solo le queda la venganza como último recurso. Como el recurso quizás más legítimo frente a un sistema deshumanizado.

Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. En la película se retrata fielmente ese dicho, mediante la sesión de tortura de siete días, que dura lo que dura la creación del mundo, y lo que dura el tiempo que restaba para el cumpleaños de la hija del médico. La tortura en el fondo, emulando el mito bíblico, era su propia obra. 

Finalmente, cuando llega el último día, el médico se entrega a la policía de manera pacífica. La prensa le pregunta si acaso lo que hizo era lo correcto. Él dijo que no. Luego se le pregunta si acaso estaba arrepentido de lo que hizo. Dice nuevamente que no. El médico estaba consciente de que lo que hacía iba en contra de toda la ley, pero dentro de su conciencia se encontraba satisfecho. La culpa no existía en él simplemente porque era lo que tenía que hacer. Lo que ni toda la justicia del mundo podría devolverle: el honor. 

En el caso de Cupertino Andaur se ve también este gran dilema moral. Alejandro Zamorano Jones, curiosamente también un médico, emplaza a la justicia y se inclina por la pena de muerte en contra del presidio perpetuo. Pone a la palestra un debate todavía abierto: La necesidad de la pena de muerte. La necesidad de tomar la justicia por las manos. De devolverle humanidad a la venganza. Muestra, al igual que el médico de la película, el vacío de la ley. El vacío de la conciencia.

viernes, 10 de junio de 2016

Viajes

Hoy día en la sub unidad del viaje en la Literatura, uno de los cabros tenía la siguiente inquietud: sobre el viaje místico, confundiéndolo con el mítico, de otra naturaleza. Preguntó si acaso un trip de ayahuasca o de ácido podía considerarse un tipo de "viaje" literario. No era precisamente un tipo de viaje aparte, porque la clasificación del ministerio no lo considera así, pero le expliqué que esa clase de trip tiene relación directa con lo que hacía, por ejemplo, la generación beat, con William Burroughs como uno de sus exponentes más extremos. Esa clase de viaje, desde lo estrictamente literario, tiene entonces mayor relación con el tipo de viaje interior, por todo el rollo de la búsqueda de si mismo y lo espiritual, que incluye lo místico, pero no precisamente lo mítico, como otro tipo de viaje distinto. Otro alumno preguntó, medio en broma, sobre si existía acaso un viaje a los cielos, en contraposición a un viaje a los infiernos. Se le dijo que ese viaje a los cielos podría darse de dos formas: como una especie de viaje físico a la estratosfera o fuera de la Tierra, desde la ciencia ficción, o como un viaje al cielo en cuanto espacio metafísico. En ese último caso sería un ejemplo de viaje mítico. Porque el ascenso al cielo responde en ese caso a una creencia cristiana. Sin embargo, aún persiste el viaje místico como posibilidad latente, como categoría que el ministerio ha excluido, por desconocimiento o lisa y llanamente por incapacidad para abordar el fenómeno literario e inclusive el fenómeno de la realidad en toda su amplitud, para hacerlo calzar luego de manera forzosa en un paquete de contenidos curriculares. El llamado trip psicodélico como viaje interior pero también abierto a una nueva categoría: el viaje místico. Pero, por supuesto, nada de eso entrará en la planificación para la prueba PSU. Chicas y chicos, la realidad es otra.

jueves, 9 de junio de 2016

Whiplash

Vi nuevamente Whiplash. Hay un detalle interesante que no había distinguido. En una secuencia en la pieza del protagonista, bajo una foto de Buddy Rich la frase categórica del baterista: "Si no tienes habilidad acabas tocando rock". Le decían al protagonista que Lennon y McCartney fueron amigos desde la secundaria, y que por eso fueron grandes. Él responde que Buddy Rich nunca necesitó de nadie para encumbrarse como lo que fue. El rock visto desde el ángulo del gusto masivo, del alma colectiva, contrapuesto al jazz que va adquiriendo un carácter de culto por su acentuado virtuosismo. Por lo tanto, ahondando en la figura del genio aislado. No es tanto la superioridad de elite del jazz sobre el rock como música popular, es quizá el mensaje oculto que subyace a la trama: el que simplemente hace un "buen trabajo" acaba nivelándose con la medianía. En cambio el que se lleva al límite necesariamente estaría distanciándose de los otros. La cuota de ambición necesaria sin la cual no podría existir la excelencia. Pero queda demostrado en la película que el costo de esa ambición es la soledad y la locura. Ahí viene como anillo al dedo la frase de Schopenhauer: "La soledad es la suerte de los espíritus excelentes". El costo del camino hacia la perfección es el distanciamiento progresivo de lo establecido socialmente como normal. La frase de Buddy Rich no es sino un reflejo de esa tensión permanente entre talento y voluntad.

miércoles, 8 de junio de 2016

Improvisación pedagógica

Llevo improvisando durante casi un semestre un ramo entero: Convivencia Social. Ramo exclusivo de 2 x 1. Nunca antes en la puta vida lo había dictado. Frente a toda expectativa, el curso ha salido airoso, aunque con alguno que otro contratiempo. Hasta ahora, discusiones sobre las clases sociales, en especial la llamada clase media, reconocimiento de situaciones conflictivas, identificación de problemas y sus soluciones desde la razón y la emoción, psicología para principiantes, la Naranja Mecánica, la pirámide de Maslow, tipos y estilos de relaciones y grupos sociales, categorías y categorías que no acaban. Mañana, el arte de la conversación y la negociación.

lunes, 6 de junio de 2016


Resfrío de fin de semana. Te recuerda que todo tiene secuelas. Que todo pasa por algo. Que el día Lunes se acerca y que trabajar se ha vuelto inevitable. Ayer seguía una maratón de la Matrix. Justo al fin de la primera película, cuando descubren al elegido, estornudo. Quizá una ironía premonitoria o el síntoma de otra cosa: la dispersión del deber, la enfermedad. No pudo haber sido de otra forma, diría Morfeo, y el sueño invade como consecuencia de escribir hasta tan tarde, mientras que el mundo sigue girando como una rueda loca. Tiembla también tarde, el caos la otra parte de la balanza. Se elige llegar a un punto, o todo ya estaba escrito. Alguien decía si acaso no hay salida de la Matrix. Esta simple anécdota puede ser un principio o un final, pero lo cierto es que nada ha cambiado. Todo al otro día, dentro de la rutina, permanece igual, porque aún queda sangre por correr, aún quedan notas por colocar, y todavía demasiado por repetir.

miércoles, 1 de junio de 2016

Sobre el amor como materia

Para los tipos de amor en la literatura, muchos alumnos hablaron inmediatamente de Titanic, de Romeo y Julieta, de Don Juan. Unos pocos hablaron también de El chacotero sentimental. Otros también hablaron de los versos de Neruda. Ese es más o menos el imaginario medio de los estudiantes sobre el amor. Una sola alumna, que extrañamente se sentó al fondo, habló sobre el Werther de Goethe. Dijo que la idea de la tragedia en el amor le parecía esencial. "Todos hablan de Romeo y Julieta como algo bonito con un final feliz y nadie cacha que los dos murieron en el libro". Dijo que de hecho en todos los ejemplos citados ocurre una muerte o un hecho de sangre. El amor trágico, era para la alumna, el amor por antonomasia, porque según ella habla tanto de "la vida como de la muerte". No de la pura vida como en un cuento de hadas. Por otro lado, los de al fondo tenían una duda respecto al tipo de amor eterno, puesto que para varios de ellos, el amor en concreto, desde su experiencia, no lo era: "dura lo que tiene que dudar" insistía un alumno del fondo. Se le explicó que eran más bien categorías de análisis, no verdades irrefutables. El alumno, siguiendo la explicación, dijo que en el fondo "el amor acaba junto con la vida", por algo el dicho "hasta que la muerte los separe". Un ejemplo bastante burdo pero, al fin y al cabo, lógico. Sin quererlo salen a flote la tragedia y el existencialismo como si fuesen el espíritu del curso. 

La clasificación del Ministerio para el contenido del amor insiste en una suerte de continuum entre el amor sensual y el amor idealizado: entre lo carnal y lo ideal. Algo bastante maniqueo. Dentro de este continuum supuestamente cabrían todos los tipos de amores habidos y por haber. Lo cierto es que nadie sabía a ciencia cierta sobre esa clasificación, pese a que intuyen de qué se trata cada amor. Sobre lo sensual un alumno preguntó si podía ser ejemplificado acaso con un agarrón o derechamente atinando. Su respuesta era correcta, solo que la cualidad del amor sensual era su fugacidad. Luego preguntó si el amor idealizado, en cambio, podía verse en él mismo imaginando a una chica desnuda en su habitación a solas. Le dijeron que eso era masturbación, no idealización. Risa inmediata. En efecto, idealizar tiene que ver más con añadir cualidades y virtudes perfectas a alguien que se ama. No necesariamente de aquellas que piensan los más calientes. Aunque puede caber también cierta idealización en aquel acto onanista, pero eso no va al caso. El asunto es que la clasificación entre lo sensual y lo ideal se queda corta, nuevamente. No explica por ejemplo la clásica definición del amor platónico como algo distinto a lo que se cree hoy por hoy. Ni el amor imposible no necesariamente como prohibido, o viceversa. No explica de hecho un tipo de amor también puede contener, por ejemplo, otra infinidad de tipos de amor: del idealizado se puede pasar al recíproco, eventualmente. Aunque en realidad muy escasamente. O del amor liberador se puede pasar al tirano en algún punto. Nada hay definitivo en esa materia, simplemente, porque el propio maestro ya ha renunciado a dar con la respuesta definitiva. 



Modificaciones al original:

(Para los tipos de amor en la literatura, muchos alumnos hablaron inmediatamente de Titanic, de Romeo y Julieta, de Don Juan. Unos pocos hablaron también de El chacotero sentimental. Otros también hablaron de los versos de Neruda. Ese es más o menos el imaginario medio de los estudiantes sobre el amor. Una sola alumna, que extrañamente se sentó al fondo, habló sobre el Werther de Goethe. Dijo que la idea de la tragedia en el amor le parecía esencial. "Todos hablan de Romeo y Julieta como algo bonito con un final feliz y nadie cacha que los dos murieron en el libro". Dijo que de hecho en todos los ejemplos citados ocurre una muerte o un hecho de sangre. El amor trágico, era para la alumna, el amor por antonomasia, porque según ella habla tanto de "la vida como de la muerte". No de la pura vida como en un cuento de hadas. Otro alumno en cambio, ignorante del tema amoroso en lo literario, consultó si podía dar un ejemplo de amor desde su propia experiencia. Dijo que odiaba leer pero que sin embargo podía sorprender en el tipo de amor sensual. Empezó a hablar de manos, de citas y jugadas maestras. También de posiciones y de agarrones. Risa inmediata. "Don Juan tenorio es un ejemplo de lo que dices, precisamente", le repliqué. “Es el que la llevaba, de hecho. Todo un ídolo. Un matador. Aunque lo tuyo fue más bien una mezcla entre Kama sutra y reggaeton". Continuaron con el hueveo. Sin quererlo la clase sobre el amor se dividió en dos: la de los trágicos, los más graves, los que dicen haber leído mucho y saber del tema; y la de los calientes, los más desenfadados, que dicen no haber leído nada y saber mucho más. Ninguno de los dos ha sabido definir realmente qué es el amor, porque el propio maestro ya ha renunciado a dar con la respuesta definitiva. Pero han hablado de él como si diesen cátedra en el asunto. Y, en el fondo, se trataba de eso. De ofrecer un osado espectáculo de amor propio.)