miércoles, 21 de septiembre de 2016

Las excusas de inasistencia de los estudiantes cada vez más ingeniosas e imaginativas. Eso demuestra que su capacidad ficcional se mantiene intacta. Solo que su líbido en su mayoría no está orientada al estudio. Llamésmole estudio a todo lo que la institución y el curriculum estipula como lo oficial, como el camino a seguir. Sucede que los cabros hacen vida escolar de manera lateral al estudio. La verdadera vida escolar para ellos se da en forma de resistencia al parámetro establecido. Proceso natural o deliberado sabotaje al convencionalismo de la educación. Como sea, el profesor tampoco se resta a este fenómeno. De hecho, es su parte crucial. Su vida a ratos se debate entre lo oficial, lo que se espera de él como agente pedagógico, y lo que realmente la experiencia le enseña y le demuestra con creces. También ejerce un proceso lateral. También perdura a expensas de la regla. También hace de su ocio algo sagrado que debe conservar mientras hace del trabajo su arma de sobrevivencia. Sin aquel proceso quizá no podría hablarse de vida escolar en toda su amplitud y tampoco de aprendizaje en su sentido lato. Mucho menos de vida en su sentido práctico.

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