miércoles, 1 de junio de 2016

Sobre el amor como materia

Para los tipos de amor en la literatura, muchos alumnos hablaron inmediatamente de Titanic, de Romeo y Julieta, de Don Juan. Unos pocos hablaron también de El chacotero sentimental. Otros también hablaron de los versos de Neruda. Ese es más o menos el imaginario medio de los estudiantes sobre el amor. Una sola alumna, que extrañamente se sentó al fondo, habló sobre el Werther de Goethe. Dijo que la idea de la tragedia en el amor le parecía esencial. "Todos hablan de Romeo y Julieta como algo bonito con un final feliz y nadie cacha que los dos murieron en el libro". Dijo que de hecho en todos los ejemplos citados ocurre una muerte o un hecho de sangre. El amor trágico, era para la alumna, el amor por antonomasia, porque según ella habla tanto de "la vida como de la muerte". No de la pura vida como en un cuento de hadas. Por otro lado, los de al fondo tenían una duda respecto al tipo de amor eterno, puesto que para varios de ellos, el amor en concreto, desde su experiencia, no lo era: "dura lo que tiene que dudar" insistía un alumno del fondo. Se le explicó que eran más bien categorías de análisis, no verdades irrefutables. El alumno, siguiendo la explicación, dijo que en el fondo "el amor acaba junto con la vida", por algo el dicho "hasta que la muerte los separe". Un ejemplo bastante burdo pero, al fin y al cabo, lógico. Sin quererlo salen a flote la tragedia y el existencialismo como si fuesen el espíritu del curso. 

La clasificación del Ministerio para el contenido del amor insiste en una suerte de continuum entre el amor sensual y el amor idealizado: entre lo carnal y lo ideal. Algo bastante maniqueo. Dentro de este continuum supuestamente cabrían todos los tipos de amores habidos y por haber. Lo cierto es que nadie sabía a ciencia cierta sobre esa clasificación, pese a que intuyen de qué se trata cada amor. Sobre lo sensual un alumno preguntó si podía ser ejemplificado acaso con un agarrón o derechamente atinando. Su respuesta era correcta, solo que la cualidad del amor sensual era su fugacidad. Luego preguntó si el amor idealizado, en cambio, podía verse en él mismo imaginando a una chica desnuda en su habitación a solas. Le dijeron que eso era masturbación, no idealización. Risa inmediata. En efecto, idealizar tiene que ver más con añadir cualidades y virtudes perfectas a alguien que se ama. No necesariamente de aquellas que piensan los más calientes. Aunque puede caber también cierta idealización en aquel acto onanista, pero eso no va al caso. El asunto es que la clasificación entre lo sensual y lo ideal se queda corta, nuevamente. No explica por ejemplo la clásica definición del amor platónico como algo distinto a lo que se cree hoy por hoy. Ni el amor imposible no necesariamente como prohibido, o viceversa. No explica de hecho un tipo de amor también puede contener, por ejemplo, otra infinidad de tipos de amor: del idealizado se puede pasar al recíproco, eventualmente. Aunque en realidad muy escasamente. O del amor liberador se puede pasar al tirano en algún punto. Nada hay definitivo en esa materia, simplemente, porque el propio maestro ya ha renunciado a dar con la respuesta definitiva. 



Modificaciones al original:

(Para los tipos de amor en la literatura, muchos alumnos hablaron inmediatamente de Titanic, de Romeo y Julieta, de Don Juan. Unos pocos hablaron también de El chacotero sentimental. Otros también hablaron de los versos de Neruda. Ese es más o menos el imaginario medio de los estudiantes sobre el amor. Una sola alumna, que extrañamente se sentó al fondo, habló sobre el Werther de Goethe. Dijo que la idea de la tragedia en el amor le parecía esencial. "Todos hablan de Romeo y Julieta como algo bonito con un final feliz y nadie cacha que los dos murieron en el libro". Dijo que de hecho en todos los ejemplos citados ocurre una muerte o un hecho de sangre. El amor trágico, era para la alumna, el amor por antonomasia, porque según ella habla tanto de "la vida como de la muerte". No de la pura vida como en un cuento de hadas. Otro alumno en cambio, ignorante del tema amoroso en lo literario, consultó si podía dar un ejemplo de amor desde su propia experiencia. Dijo que odiaba leer pero que sin embargo podía sorprender en el tipo de amor sensual. Empezó a hablar de manos, de citas y jugadas maestras. También de posiciones y de agarrones. Risa inmediata. "Don Juan tenorio es un ejemplo de lo que dices, precisamente", le repliqué. “Es el que la llevaba, de hecho. Todo un ídolo. Un matador. Aunque lo tuyo fue más bien una mezcla entre Kama sutra y reggaeton". Continuaron con el hueveo. Sin quererlo la clase sobre el amor se dividió en dos: la de los trágicos, los más graves, los que dicen haber leído mucho y saber del tema; y la de los calientes, los más desenfadados, que dicen no haber leído nada y saber mucho más. Ninguno de los dos ha sabido definir realmente qué es el amor, porque el propio maestro ya ha renunciado a dar con la respuesta definitiva. Pero han hablado de él como si diesen cátedra en el asunto. Y, en el fondo, se trataba de eso. De ofrecer un osado espectáculo de amor propio.)