jueves, 16 de febrero de 2017

Un gato en el techo de la casa vecina mira fijamente hacia acá. Tengo la ventana y la cortina de la pieza abiertas. Los ojos del gato envían una señal perturbadora. En cualquier momento imagino que salta. Pero no lo hace. Continúa mirando. Levanto la cabeza, entonces se mueve hacia otro lado. Se hace el weón. Como no quiero ser menos, dejo de mirarlo. La noche continúa su sigilo silencioso.

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