sábado, 25 de marzo de 2017

A lo lejos en el Arturo Edwards se escucha un sonido de marcha escolar. Recuerdo que de chico hacía todo lo posible por rehuir los ensayos. Fingía enfermedad o derechamente faltaba sin otra razón. En general, era tanta la deserción en el colegio que hasta se optaba por regalar sietes a los que asistieran a marchar en Mayo. Como alumno, francamente, nunca entendí ese idiota orgullo castrense. Tampoco ahora.

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