viernes, 10 de marzo de 2017

Los pequeños placeres inútiles, los pequeños placebos sin otro sentido que si mismos, como el del clímax después de una película memorable, como el de la emoción de descubrir música nueva, o como el de la satisfacción de darse vuelta un juego difícil, ahondan en nuestras fantasías de contrabando, y también, si se quiere, en nuestras perversiones, alimentan nuestro carácter, nuestra imaginación fuera de la rutina, fuera de la máquina, despiertan aquella sensación de la cual hablaba el ex convicto en The Sunset Limited: la sensación de volverse de pronto un "yonqui de la cultura".

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