domingo, 11 de junio de 2017

Las colegas del preu insistían en que los nuevos debían "pagar el piso". El asunto se ha aplazado, según dicen, más de lo debido. Solo el sábado la coordinadora volvió a sacar a colación el tema. Se veía dispuesta a cumplir con esa "obligación moral". Incluso tenía preparado algo especial, para ponerse al día, según ella, con una pagada de piso pendiente. Pero todo quedó en nada a causa de uno de los nuevos que se excusó a última hora. Ninguno de los implicados -incluyéndome- se ha vuelto a pronunciar al respecto. La pagada de piso quedó así en el limbo, indefinidamente, ante la inquietud persistente e interesada de las colegas antiguas. "Pronto les cobraremos la palabra, algo tendrá que caer" agregaba una de ellas vía grupo de whatsapp. A pesar de la buena onda que pueda surgir, sigo sin digerir bien esa idea. ¿No será mejor que los antiguos le den la bienvenida a los nuevos? ¿No será eso acaso algo más lógico y atinado? Nunca he sido muy amigo de ciertas costumbres. Nunca he entendido otra cosa en la pega que no sea trabajar y hacerse el hueón, cuestión que, orgullosamente, se me da bastante fácil.

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