martes, 6 de junio de 2017

Vi Rogue One por segunda vez en el Teatro Municipal, y nada, una sensación rara... sentí que la radiación final llegaba hasta más allá de la lámina de celuloide, que se metía sin piedad en el corazón, llegando para quedarse. La esperanza de la película es irónica. Por eso, resulta tan convincente.

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