domingo, 3 de septiembre de 2017

De madrugada entraba a un cajero Banco estado de Viña. Dentro había un sujeto durmiendo con sábana, colchón y todo, a un costado de la ventana que da hacia la calle. Se dio cuenta que entraba. Miró un poco y se tapó con sábanas. Seguí mi camino para revisar el saldo de la cuenta rut. La papeleta indicaba cero. Lo último se había gastado precisamente en consultar el saldo. Sin más, vuelvo a mirar al sujeto y regreso a la calle. El durmiente seguía pernoctando al interior, mientras uno salía con los bolsillos vacíos. En ese cajero absurdo se podía resumir toda una noche. Y por qué no, toda una vida.

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