lunes, 11 de septiembre de 2017

Mientras transmitían en un negocio un pasaje bochornoso del Te Deum, en el que Bachelet quedaba como chaleco de mono ante el reclamo evangélico, un par de sujetos hablaba sobre el accidente del Papa Francisco a bordo de su Papamóvil, cuando este frenó de manera inesperada, provocando que se golpease el pómulo al interior del vidrio del vehículo. La noticia indicaba que además la sangre le estaría goteando, incluso llegando a amenazar la túnica. Durante la transmisión, se les veía en actitud jocosa. Uno de ellos señalaba: "La volaíta. Debe ser peludo ser Papa". El otro, le replicaba: "Sí wn, media plancha. Al igual que Bachelet con los canutos". Dos hechos que indican los contratiempos de la religión en nuestro chilito: la protesta de los evangélicos contra las medidas "progresistas" de la mandataria, provocando que la prensa establezca una oportunista oposición entre evangélicos intolerantes y católicos tolerantes; y, luego, el absurdo del máximo líder católico resguardado hasta las masas (lo que haría pensar que la pura fe nunca bastó) pero accidentado a causa de un imprevisto dentro de su propio escudo. En el primero, dos bandos religiosos dándose públicamente clases de moral; en el segundo, la propia religión tropezando con su propia paranoia institucional. Al terminar la transmisión del Te Deum, los locos abandonaron el negocio, fumándose en el camino un par de cigarrillos. Eso fue a fin de cuentas para ellos el anecdotario religioso: un mero intersticio televisivo que no hacía ninguna diferencia, la sombra de algo que ya no es, la caricatura del poder profanada por el humo de la realidad.

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