jueves, 22 de febrero de 2018

Me meto a Linkedin, al notar una serie de notificaciones pendientes y un período extenso de inactividad. Lo hago como último recurso ante la falta efectiva de oportunidades laborales. Cuando entro para revisar las ofertas, doy en la cuenta que nunca he conseguido un empleo real gracias a la página, solo, en el mejor de los casos, un crecimiento exponencial de la red de contactos (en su mayoría conformado por gente que ya conozco) y una evolución del perfil profesional sumándole cuento al curriculum vitae y a las supuestas aptitudes que luego otros deben evaluar y calificar para subir puntaje dentro del sistema, tal cual si fuese el avatar de un videojuego de rol. De todas formas, a pesar de esta falta de traducción a la realidad, al entrar al sitio invade una inexplicable sensación de tranquilidad, nada más que un placebo producto de las operaciones anteriormente señaladas. Como que en ese teje y maneje la paginita inconcientemente te hace sentir un wn importante mediante un algortimo y una simulación ampliamente efectiva. Es el nuevo maquillaje virtual para los marginados del profesionalismo. Una careta que al menos te sube a la nube como un wn potencialmente competente. Así Linkedin se siente como la auténtica droga de los desempleados. Una droga dura por lo sugestiva.

No hay comentarios.: